domingo, 12 de marzo de 2017

EL ANDALUZ COMO ARMA PARA DESPRESTIGIAR

Raúl Limón
El País, 11/04/2017

[A pesar de que su intención última es apoyar a la impresentable Susana Díaz, este artículo denuncia algo que es tan frecuente como lamentable, sobre todo cuando se da en la izquierda (y no me refiero al PSOE), a saber, la discriminación contra las regiones con menos renta per cápita (no digo "pobres", porque Andalucía no es pobre, más bien todo lo contrario.)]



El habla vuelve a ser un recurso de burla, pese a su gran valor

Los tuits lo carga el diablo y el último fuego descontrolado procedió de la cuenta del edil socialista en el Ayuntamiento de Madrid Ramón Silva. Este concejal, próximo a Pedro Sánchez, tuvo que pedir disculpas por haberse mofado del acento andaluz de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en un momento en que el ex secretario general intenta arañar votos de militantes en Andalucía. No es la primera vez. El desprecio al habla andaluza ha jugado malas pasadas a dirigentes de todos los partidos, que ignoran que el andaluz es una forma de hablar español y, según defienden los filólogos, culta, vanguardista y de gran influencia en América.

“Queremos un PEZOE ganadó”, escribió Silva como burla a una de las consignas que defiende Susana Díaz como dirigente socialista. Y a las palabras intencionadamente mal escritas le siguió un aluvión de reproches de su propio partido por usar el acento para intentar desprestigiarla. La presidenta de la Junta le replicó sin nombrarlo horas después en un acto público: “Los andaluces estamos orgullosos de nuestro acento. Un acento de igualdad y de tolerancia”.

Los filólogos no se sorprenden de la recurrencia del desprecio al andaluz, pese a la paciente labor de explicar una y otra vez a quienes lo ignoran que ningún idioma tiene una evolución uniforme y que ninguna variedad es mejor o peor. “Si algo distingue al andaluz de otras hablas es que es muy vanguardista y tiene una gran influencia en América”, destaca Pedro Carbonero, investigador, doctor en Filosofía y Letras y catedrático de Lengua Española de la Universidad de Sevilla. “Pero no hay una variedad mejor sino una dominante”, añade.

Carbonero cree que cuando surge una evaluación social negativa del habla, se produce por “mitos extralingüísticos”, por prejuicios de otros ámbitos, como el centralismo, y generalmente motivados por una falsa creencia de superioridad.

Evolución rica del latín

El filólogo Miguel Ropero coincide en que la descalificación de la lengua se hace con criterios ajenos que obvian cómo el andaluz es una evolución muy rica del latín que, sin embargo, “ha sido secularmente maltratado y despreciado”. También destaca este investigador la gran capacidad de sus hablantes para expresar sus ideas.

El escritor Tomás Gutier (Tomás Gutiérrez Forero), autor La lengua andaluza y En defensa de la lengua andaluza, entre otros, hace autocrítica y lamenta que no se prestigie el habla en la comunidad y que se utilice en algunos medios de comunicación como la lengua de los chistes. “No hablamos mal, lo hacemos de otra manera”, defiende. Gutier afirma que ya Adriano, el emperador romano cuyos orígenes se sitúan en la ibérica Itálica, tuvo que soportar burlas por su acento en el senado imperial.

El investigador Pedro Carbonero destaca que la primera gramática española, de Antonio de Nebrija, recibió sus primeras críticas por haber surgido de Sevilla. Y así hasta nuestros días y en todos los ámbitos. Tomás Gutier se queja de que el andaluz ha sido tradicionalmente el “elemento cómico de las zarzuelitas”, en referencia a las obras menores que recurren al habla para la gracia fácil.

Durante años, los actores andaluces han tenido que aprender a ocultar su acento si querían optar a personajes relevantes en las obras. Lo mismo le ha ocurrido a los locutores y periodistas con presencia en medios audiovisuales, destaca el investigador de Sociolingüística Crítica en la Universidad de Huelva, Igor Rodríguez-Iglesias.

Para evitar la marginación artística, los actores andaluces han aprendido el acento neutro. “Si no, tus papeles se limitaban a hacer de camarero o guardia civil, quedabas relegado a papeluchos, nunca protagonistas”, recordó el actor de San Fernando Álex O'Dogherty en un reportaje sobre cine en el que consideró que ya empieza a cambiar esa estigmatización y se puede actuar en andaluz.

Lo mismo cree Carbonero, quien es optimista al observar que “poco a poco” se abandona la agresividad contra la diversidad en la lengua que, como en otros aspectos, solo aporta riqueza. Hasta que se cruza la política.

Más políticos con prejuicios

Igual que Ramón Silva, el expresidente catalán Artur Mas tuvo que disculparse por afirmar en 2011: “En Sevilla, Málaga o La Coruña hablan el castellano, efectivamente, pero a veces a algunos no se les entiende. A veces no se les acaba de entender del todo».

Un año antes, el entonces portavoz adjunto del PP en la Asamblea madrileña, Juan Soler, publicaba en su blog: “La forma de hablar de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, la hace más apta para Dos Hermanas o Vélez-Málaga. Suena extraña y solo aparece por aquí para aspirar a un puesto, le faltan fondo y cuajo madrileño”. Las críticas, principalmente de sus propios compañeros, le hicieron rectificar.

Esta metedura de pata ya tenía su tradición en el partido conservador. La diputada catalana del PP Monserrat Nebrera llegó a calificar en 2009 “de chiste” el acento andaluz de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. “Tiene un problema esta buena mujer y es que tiene un acento que parece un chiste, tiene un problema de comunicación, que se aturrulla y hace un lío”. Curiosamente, la explicación que añadió dejaba en evidencia quién se hacía un lío con el idioma, ya que dejó esta incompresible frase en la Cadena SER: “Yo que algunas veces cuando llamo a Córdoba y oigo desde algún hotel que me contestan y no acabo de entender, porque si no estás avezado en hablar en andaluz normalmente pues te cuesta, imagínate cuando además el problema es de comunicación siendo andaluza”.

El dirigente de su partido Javier Arenas salió en defensa del andaluz. «No aceptaré ni bromas ni comentarios sobre la forma de hablar en Andalucía, por insignificante que sea cualquier comentario que se refiera a los andaluces en tono jocoso o en tono vejatorio».